Redes Sociales

twitterfacebookgoogle pluslinkedinrss feedemail

13 mar 2013

Virxilio Vieitez




Entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado, un fotógrafo de Pontevedra se dedicó durante sus años de profesión a realizar fotografías por encargos de clientes. Su obra nos sirve hoy  para conocer cuál era el día a día de la sociedad gallega en esos años. El fotógrafo al que nos referimos es Virxilio Vieitez



 Sus fotografías son  un ejemplo representativo de las costumbres y la cotidianidad de la vida gallega en aquellos tiempos. Pese al gran interés que suscitan todas ellas, vamos a centrarnos en aquellas que llaman más la atención por la  historia que guardan tras de sí.


Dorotea del Cará. Soutelo de Montes, 1960-1961

La primera fotografía es fiel reflejo del drama que tenían que afrontar las familias gallegas de la época. En la búsqueda de nuevas oportunidades, los hijos decidían abandonar su hogar y marcharse a trabajar al extranjero. En el caso gallego era más grave pues el período de emigración oscilaba entre los 15 y los 20 años. Tras emigrar todos sus hijos, la madre (Dorotea) recibe de uno de ellos el dinero para comprarse una radio que le haga compañía. Llama la atención la posición del brazo de la madre y la colocación de la radio en una silla, representando metafóricamente la ausencia de su hijo.



Julito, 1962-1963


Un periodo de emigración tan prolongado provocó que muchos niños de la época (caso de Julito, el crío de la foto) vivieran su infancia con sus abuelos sin conocer a sus padres. La foto la enviaban sus abuelos para que su familia supiera que estaba bien.





Sara de Horacio, 1974



La historia de esta fotografía es muy curiosa. Durante un tiempo se hizo muy popular desayunar los domingos en una gasolinera a las afueras del pueblo. ¿La razón?. Las tapas del lugar. En esos años se convirtió en costumbre ir allí los domingos para comer y hacerse una foto (al convertirse en un lugar de moda, los fotógrafos lo frecuentaban).








"Sabía que era el mejor , o mejor dicho lo sentía, pero no se consideraba autor y desde luego no se imaginaba que, transcurridos cincuenta años, se habría reconocido en su producción el valor creativo y artístico que la ha situado en una encrucijada de géneros y conocimientos. La naturaleza metamórfica de la fotografía en sí ha sido la que, con el tiempo, ha transformado en obra de arte el fruto de lo que era un oficio y, además, ha ennoblecido un testimonio etnográfico implícito, que se convierte en memoria de un pueblo y una época" (Exposición Virgilio Vieitez, Fundación Telefónica